Mundo
El Noveno Mundo es la Tierra, mil millones de años en el futuro. Muchas civilizaciones grandes y poderosas han surgido y desaparecido, no todas de ellas eran humanas. Los poderes de estas civilizaciones son indescriptibles. Entre ellas había civilizaciones que dominaban el espacio y tiempo, gente que podía evitar el fin del sol o darle la forma deseada a los continentes, o seres que podían darle forma a la vida para que se adaptara a sus caprichos y necesidades. Sus habilidades fueron más allá que las que nosotros poseemos. Incluso si nuestra civilización sobreviviera 10 000 años, no tendríamos aún el mínimo conocimiento para poder entrar en las historias de las maravillas del Noveno Mundo que se podrían llamar “mundos anteriores”.
Los mundos anteriores ya no existen; se extinguieron, trascendieron, o se trasladaron. El mundo actual se llama el Noveno Mundo, no porque hubiera ocho mundos antes, sino porque así fue como le llamaron. El Noveno Mundo es extremadamente joven, ni siquiera se registra que tenga 1000 años.
No hay registros de mundos anteriores, quién estuvo ahí, o qué fue lo que les pasó. Todo lo que queda es el detritus que dejaron atrás en gran profusión: ruinas desmoronadas, monolitos flotantes, los descendientes de las criaturas que crearon o trajeron. Las nubes de nanites vagan por los yermos, deformando espantosamente todo lo que se encuentran llegaran según un diseño irreconocible y deformado. Soldados autómatas marchan a través de los campos desolados, luchando en una guerra que nadie recuerda y que nadie entiende por qué empezó. La Tierra está rodeada por la datósfera: una red invisible que constantemente transmite información a través del mundo para algún propósito desconocido, pero que la gente inteligente (o afortunada) puede aprovechar para fines personales.
La gente del Noveno Mundo le llamó a estas cosas, colectivamente, numenera. Algunas personas del noveno mundo exploran las ruinas del pasado, buscando artefactos antiguos y reliquias para vender o usar. Otros aprovechan poderes de invisibles energías que hay en el aire y la tierra. Los numenera son, al mismo tiempo, una fuente de ayuda y de horror, inefable e inexplicable.